En lo cotidiano, en cada una de las regiones de nuestro país, hombres y mujeres desde el sector privado, público y mundo académico, nos vemos desafiados a impulsar gestiones multidisciplinarias con el afán de impactar la calidad de vida y los soportes de desarrollo en nuestros respectivos territorios. No obstante, vociferantes declaraciones en pos de regionalización, la OCDE nos sitúa como la nación más centralizada de América Latina; a tal dicotomía no está ajena la realidad de las instituciones de educación superior privadas que nos reconocemos esencialmente como universidades regionales.